Luciano Díez: Presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de León y del Consejo autonómico de Colegios Veterinarios de Castilla y León
«Se necesita una profesión unida y organizada que reclame sus derechos»
Luciano Díez se dedica al ámbito de la Salud Pública. Coordina un equipo de trabajo formado por veterinarios y farmacéuticos. Son los responsables del control de la producción, distribución, almacenamiento y venta hasta su llegada al consumidor final de alimentos en la demarcación de León. Esa labor se complementa con la intervención en las alertas sanitarias, investigación de las denuncias y toma de muestras
1.- Qué supone para ti ser veterinario
Ser veterinario supone una aspiración cumplida. Durante todo este tiempo me he tenido que ir adaptando a la evolución del ejercicio profesional. Empecé por el ejercicio libre, posteriormente pasé a la función pública como veterinario titular, donde compaginábamos el ejercicio libre en los partidos veterinarios con la función inspectora de veterinario titular. Tras la reestructuración, he hecho un recorrido por distintas funciones de gestión y de Agricultura y Salud Pública.
2.- Cuáles son las carencias, algunas históricas, de la profesión
Siempre hemos tenido poca visibilidad. Lo más evidente para la población era el cuidado de los animales tanto de producción como de compañía, porque la función investigadora e inspectora se solían llevar más discretamente. De hecho, aquello que se previene, no es noticia. La noticia es cuando falla la prevención.
Aunque somos históricamente una de las cuatro carreras sanitarias en España, estamos apartados de la especialización oficial del sistema nacional de salud. Aunque hacemos ya desde 1800 funciones de Salud Pública, sobre todo en el área alimentaria, se han ido desarrollando las especialidades, incluso entrando otras profesiones que no estaban entre las clásicas sanitarias y sin embargo no tenemos una especialidad de Salud Pública para la Veterinaria ni la posibilidad de entrar en otras especialidades compartidas.
En el ámbito privado, debido a la multiplicación del número de facultades, desde las 4 originales a las 14 actuales, no hay una capacidad en la sociedad para absorber el número de veterinarios que salen cada año. Al aumentar la oferta y no incrementarse la demanda de servicios a la misma velocidad, da lugar a empleos mal remunerados, veterinarios en paro o semitrabajando y teniendo que emigrar…
Hay que tener en cuenta además que cuando llegó la crisis de 2008, la veterinaria fue una de las prestaciones castigadas con el aumento del IVA. Pese a que posteriormente aparentemente todo el mundo reconoce la necesidad de que hay que poner el IVA reducido otra vez a la atención de los animales de compañía, aprobándose incluso en proposiciones no de ley en el Congreso, nunca se ha llegado a plasmar en los presupuestos.
En la parte oficial, tampoco se ha desarrollado la carrera profesional ni al mismo nivel ni velocidad que en el resto de las profesiones sanitarias. El sistema asistencial se ha desarrollado más rápido. Ni siquiera es en todo el país donde se ha empezado a desarrollar dicha carrera profesional. Depende de las Comunidades y hay una desigual aplicación de normas y derechos que deberían ser generales.
3.- Las reivindicaciones que se exponen en la manifestación del 3 de abril no son ajenas al sector. Los Colegios Veterinarios y los Consejos autonómicos llevan años reclamando mejoras profesionales…
Es cierto que todas las reivindicaciones que se hacen ahora son coincidentes con lo que la organización colegial lleva años reclamando. Entre ellas, el desarrollo de la formación reglada oficial dentro del sistema nacional de salud, la bajada del IVA o el reconocimiento como establecimientos sanitarios de las clínicas veterinarias. Hasta la fecha no se han podido hacer realidad pese a las muchas negociaciones que se llevan haciendo todos los años. Incluso recurriendo a veces los reales decretos que desarrollan la formación especializada en el sistema nacional de salud, unas veces con suerte y otras sin ella. Pero salen nuevos reglamentos y hasta la fecha no nos están incluyendo.
Entre las reclamaciones también está que se puedan dispensar los tratamientos necesarios para los animales al cuidado del veterinario. Al no estar autorizada la dispensación, su uso se factura como parte del acto clínico de diagnóstico y tratamiento de los animales que han ido a la consulta. Por eso hay que hacerlo con el 21% del coste real, lo que incrementa el valor de la factura sin hacer una mejora del servicio ni un rendimiento mejor ni para el veterinario ni para el paciente.
4.- ¿La clase política traslada convenientemente a la sociedad la importancia del concepto one health? ¿Hay conciencia de ello? ¿Y las políticas actuales incorporan este concepto?
La clase política teóricamente vende muy bien el concepto y la importancia de one health. A la hora de la verdad no la desarrollan por completo ni incluyen a todos los actores que deben estar incluidos en la misma. El área de la prevención está bastante olvidada porque la urgencia de la atención hace que se derive casi todo el presupuesto hacia el mismo lado. Si no se corta el aumento de la demanda en Sanidad con políticas de prevención pues es imposible. Hay que integrar en el sistema de salud todo, incluido el control de los daños medioambientales, la producción primaria y lo que es la vigilancia y atención sanitaria. Si no se hace todo en conjunto, no hay manera de que los resultados sean óptimos.
5.- ¿Se necesita una profesión unida que salga a la calle a reclamar sus derechos?
Sí se necesita una profesión unida y organizada que reclame sus derechos. En el ejercicio profesional libre, por ejemplo, quizá necesitarían una organización sindical, porque cierto tipo de necesidades y reclamaciones sociales les compete a los sindicatos hacerlo. En situaciones como la que vivieron por ejemplo hace un año, con la elaboración del primer convenio colectivo, no había ningún sindicato de veterinarios de ejercicio clínico que pudiera defender sus posiciones en la mesa de negociación y fueron representados por otros sindicatos cuyas bases no son precisamente los profesionales liberales.